Seguramente
nunca os habéis parado a pensar en todo lo que se esconde detrás del simple y
cotidiano hecho de tomar un trago de agua de una botella de plástico, una
sencilla botella de esas que podemos adquirir en cualquier tienda, supermercado
o establecimiento hostelero.
Hoy
quiero haceros reflexionar sobre el engaño del que somos objeto a cuenta del agua
embotellada y del que seguro que muchos de nosotros no somos conscientes.
Esa agua que todos vemos como garantía de limpieza, salubridad, con preciosas
montañas y escenas de la naturaleza decorando las botellas, no es más que otra
de las muchas manipulaciones y engaños a los que nos somete el mercado
consumista del que somos parte. Este mercado, para poder subsistir, necesita
vender a toda costa y, para ello, las grandes compañías invierten muchísimo
dinero en campañas orientadas a convencer a los consumidores de que necesitan
comprar a toda costa.
Para ello, crean necesidades inexistentes, nos convencen de que debemos
comprar un producto que no necesitamos. Sin que nos demos cuenta introducen en
nuestra mente deseos sobre cosas que, en la mayoría de los casos, no nos aportan nada provechoso.
Además, crean en nosotros un persistente sentimiento de inseguridad si no
adquirimos aquello que nos ofrecen.
Este es el caso del agua, un producto que podemos tener en
nuestras casas prácticamente gratis, siendo en la mayoría de los casos de mucha
mejor calidad.
Hemos pasado de consumir agua embotellada únicamente por tratarse
de agua mineral con unas propiedades determinadas o por recomendación médica, a
consumir agua embotellada simplemente “porque sí”.
Las grandes empresas comercializadoras de bebidas han visto en
este comportamiento una gran oportunidad de negocio y no han dudado en lanzarse
de cabeza, en muchos casos, engañando de forma descarada a los consumidores. Me
explico:
Muchas de las marcas que comercializan agua embotellada lo único
que hacen es embotellar agua corriente, de la misma que podemos consumir a
través del grifo de nuestras casas. La marca de agua embotellada Aquafina
(producto de PEPSI Co.), por ejemplo, se ha visto obligada a reconocer
públicamente que el agua que comercializa no es más que agua del grifo. De
hecho, ha sido obligada a modificar su etiquetado, en el que ahora indica que
se trata de “agua potable preparada” (podéis comprobarlo). Personalmente, me
resulta bastante curioso el término “preparada”. Desde el punto de vista del
marketing, se trata de una estrategia redonda: “nos están vendiendo agua del
grifo a precio de mineral”. ¡Y la estamos comprando encantados!
Etiqueta de Aquiafina en España |
¿No nos damos cuenta de que estamos pagando por el mismo producto
que podemos encontrar en nuestras casas o en cualquier fuente pública? Y además lo estamos haciendo sobrepasando en un porcentaje muy elevado su precio real.
Y todo ello sin mencionar otro grave problema: la contaminación
derivada de la producción industrial de botellas de plástico, que consume
grandes cantidades de petróleo y cuyo reciclaje posterior resulta también muy
costoso y contaminante, generando toneladas de residuos imposibles de eliminar.
Montaña de botellas de plástico en India. |
Es cierto que en muchos lugares del mundo el agua corriente no
tiene la calidad requerida para el consumo humano o no es potable, pero debemos
orientar todos los recursos posibles a conseguir que lo sea. En esos lugares,
el consumo de agua embotellada debería ser una alternativa temporal hasta que
se logre la potabilización del agua corriente, y no la solución final al
problema, como las multinacionales del sector pretenden.
Estas empresas, junto con nuestra mentalidad consumista, han
logrado convertir el acceso a agua
potable (que debería ser un derecho humano) en un producto.
El
cambio y la concienciación deben comenzar por nosotros mismos con pequeñas
acciones cotidianas que no cuestan nada. Por ejemplo, pidiendo en bares y
restaurantes un vaso o jarra de agua del grifo en lugar de una botella. Tan sencillo
como eso.
Deberíamos
tomar conciencia y prescindir del consumo del agua embotellada en la medida de
lo posible. Por nuestra salud, por
nuestro bolsillo y por nuestro planeta.
A
modo de cierre, os dejo un vídeo que trata este asunto y en el que merece la
pena invertir unos minutos: