17 de diciembre de 2012

LÁGRIMAS DE PLOMO



La matanza producida hace unos días en un colegio de primaria ha vuelto a sacar a la palestra el debate sobre la permisividad en el manejo de armas de fuego en EEUU.
Derechos de la imagen: GisXXI

Para aquellos que no sigáis la prensa, os haré un pequeño resumen de lo ocurrido: el pasado viernes, día 14, un joven de 20 años, tras matar a su madre, irrumpió en el colegio de educación primaria Sandy Hook de Newtown (Connecticut) armado con un fusil de asalto (entre otras armas) y disparó contra todo ser que encontró a su paso. El resultado fue desolador: 26 personas fallecidas, 20 de ellas niños de entre 6 y 7 años. El propio joven también falleció en el interior del centro, aunque no está claro si se suicidó o si, por el contrario, fue abatido por las fuerzas de seguridad desplazadas al lugar de los hechos.

Pensaréis: “eso pasó hace tiempo, te estás equivocando”. No, no me estoy equivocando, ha vuelto a suceder. Y eso es lo realmente preocupante, que esta clase de sucesos ya nos resulten familiares.

Con el paso de los días, se han ido conociendo nuevos detalles sobre lo sucedido, tales como la identidad y vida del homicida (Adam Lanza). Parece ser que actuó utilizando varias de las 6 armas de fuego que su madre tenía en casa y con las que ésta llevaba a sus dos hijos (Adam y su hermano) a hacer prácticas de tiro cuando eran niños, algo bastante común en los EEUU. Resulta alarmante la cantidad de niños que crecen familiarizados con el uso de este tipo de armas en ese país, lo cual hace que pierdan el miedo y la noción del peligro, no siendo conscientes de lo que tienen entre manos y del daño que pueden producir. Por desgracia, para muchos niños y jóvenes norteamericanos, hablar de armas de fuego es hablar de “un juguete más”.

Me resulta curiosa, a la par que preocupante, la extraña moralidad predominante en el país de las oportunidades, donde en muchos de sus 50 Estados es más fácil adquirir un revolver que una caja de preservativos. De hecho, ya se han escuchado voces pidiendo armar a los profesores de colegios e institutos para que puedan defenderse en futuros tiroteos (que los habrá, seguro).

Por su parte, el Presidente y Premio Nobel de la Paz Barack Obama, no tardó en comparecer ante los medios para mostrar su consternación tras lo sucedido y transmitir sus condolencias a las familias. “Sé que no hay un padre en EEUU que no sienta la misma pena devastadora que siento yo”, declaró el Presidente. Seguro que es así, no lo dudo, pero carece de sentido alguno mostrar tanto dolor cada vez alguien se lía a tiros en un colegio y continuar manteniendo y defendiendo el uso de armas de fuego entre la población civil como “instrumento de defensa”. Lo extraño es que barbaries como la de Newtown, el Virginia Tech (2007) o el instituto Columbine (1999), por citar las más conocidas, no ocurran más a menudo. No olvidemos que en algunos Estados norteamericanos podríamos disparar a alguien solamente porque pensamos que va a hacernos daño.

Lo dicho, bajo estas circunstancias, en lugar de llevarnos las manos a la cabeza y entristecernos por lo sucedido, tal vez deberíamos dar gracias de que hechos como el de Newtown no ocurran con más frecuencia. Será que en el fondo aún quedan norteamericanos con un sentido racional más o menos normal. Ellos son la esperanza de esa Nación.

QUE DIOS BENDIGA AMÉRICA.

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