6 de enero de 2013

¿EN QUÉ HORA VIVIMOS?


España ostenta un curioso record: se trata del país del mundo en el que más tarde sale el sol. Como no podía ser de otra manera, los responsables de tal hazaña somos nosotros mismos.
Para poder comprender de qué hablo, os voy a obsequiar, siempre de forma gratuita, con unas prácticas lecciones de Historia:
Como todos sabéis, la hora que marcan nuestros relojes varía en función de en qué parte del mundo nos encontremos. Esto se debe al movimiento rotatorio de nuestro planeta, que hace que el día y la noche se vayan desplazando de este a oeste sobre la superficie terrestre.
Antiguamente, la hora se fijaba en cada localidad en base a relojes de sol. La gente no solía desplazarse grandes distancias, por lo que no resultaba necesario saber la hora de otros lugares. Era sencillo: cuando el sol alcanzaba el punto más alto sobre el horizonte, todo el mundo sabía que había llegado el mediodía. Esto se convirtió en un problema cuando llegó el primer medio de transporte capaz de unir dos puntos geográficos distantes en relativamente poco tiempo: el ferrocarril.
La irrupción del ferrocarril en la vida cotidiana de la época trajo consigo la necesidad de sincronizar horarios, ya que era indispensable que en la estación de origen, en la de destino y en todas aquellas situadas en su recorrido la hora fuese la misma al mismo tiempo. A medida que crecían las rutas ferroviarias, este hecho se transformó en un quebradero de cabeza a nivel mundial. Por ello, en 1884, se convocó, auspiciada por el Presidente norteamericano Chester A. Arthur, la “Conferencia Internacional del Meridiano”, con el objetivo de establecer un meridiano para ser empleado como longitud cero común y como estándar de tiempo en todo el mundo. Los países participantes, reunidos en Washington DC y asesorados por un equipo científico, acordaron una distribución homogénea de meridianos que utilizaba el meridiano de Greenwich como eje central (meridiano 0). De este modo, el planeta se dividiría en 24 regiones horarias en las que, partiendo de la posición central del meridiano de Greenwich (GMT), habría que restar una hora por cada región que se atraviese en dirección oeste (GMT-1) y sumarla si se hace en dirección este (GMT+1).
La tierra se divide en 24 husos horarios. En el mismo color, los países y entornos que comparten horario
La Conferencia estableció así los husos horarios, pero cada Estado pudo decidir con quién acompasar sus relojes. La única recomendación fue que cada país adaptase su horario de forma que las 12:00 horas oficiales se aproximasen lo máximo posible al mediodía solar, esto es, al momento en el que el sol se encuentra en el punto más alto sobre el horizonte. Estados Unidos, por ejemplo, cuenta con 4 husos horarios diferentes dentro de su territorio continental (que son más si contamos Alaska y Hawai), mientras que China, con una extensión similar, mantiene todo su territorio dentro de la misma franja horaria. España se encontró con un dilema de sencilla solución: el meridiano de Greenwich atraviesa la península ibérica en su zona oriental, por lo que se fijó el horario GMT (Greenwich Mean Time, o Tiempo Medio de Greenwich), el mismo que adoptaron Gran Bretaña, Francia y Portugal, entre otros.
El problema que mencionaba al principio surge cuando, durante la 2ª Guerra Mundial, la Alemania nazi fue, progresivamente ocupando los distintos Estados de Europa. Al hacerlo sincronizó los horarios de todos ellos con el horario de Berlín (GMT+1) en un intento por fijar la capital alemana como centro de poder y capital también del viejo continente. España nunca fue ocupada durante el Tercer Reich, principalmente, debido a la pleitesía mostrada por el régimen franquista hacia Adolf Hittler. Como muestra de esa simpatía, en 1940, Franco tomó la “brillante” decisión de sincronizar el horario de Madrid con el de Berlín, pasando así España del huso GMT al GMT+1.
Ni tras el fin de la guerra y la caída de la Alemania nazi, ni tras el fin de la dictadura franquista se recuperó la hora que correspondía al país por su situación geográfica. Tampoco ninguno de los gobiernos de la democracia ha caído o ha querido caer en la cuenta del problema que supuso aquél cambio. Se trata de un capricho de un Dictador que, pudiendo haber sido solucionado tras su muerte, no lo fue.
En verde, aquellos países con los que compartimos horario
Francia tampoco recuperó el huso GMT tras la guerra, a pesar de que el país galo es atravesado por el meridiano de Greenwich de norte a sur. Si a nuestro país vecino ya le perjudica este cambio, imaginemos lo que pasa en España, con la mayor parte de su territorio situado más al oeste.
Actualmente, nos encontramos en el huso correspondiente a Europa central, lo que nos lleva a la curiosa situación de que tenemos una hora de diferencia con Portugal y las Islas Canarias (situadas en una longitud similar), mientras que compartimos horario con países como Polonia, República Checa y Hungría, entre otros.
Seguro que nunca os habéis parado a pensar en las consecuencias que esto tiene en nuestras vidas cotidianas. Si partimos de la base de que nuestro horario oficial de invierno lleva 73 años adelantado de forma incomprensible respecto del horario solar (en verano ese desfase es de 2 horas debido al adelanto que tiene lugar en marzo), entenderemos por que, en la mayoría de acciones cotidianas nuestro comportamiento difiere tanto del de nuestros vecinos europeos.
Siempre me ha llamado la atención, por ejemplo, que en la gran mayoría de países las horas de comida y cena sean tan tempranas y que nosotros lo hagamos tan tarde. Pues bien, la explicación de esto no está en el “carácter latino”, como se ha dicho en infinidad de ocasiones. Como es lógico, nuestro cuerpo tiende a adaptarse a las condiciones naturales del entorno en el que vivimos y eso incluye las horas de sol existentes. Por eso comemos a las 2 de la tarde. Todo el mundo come con el mediodía, solo que nuestro mediodía solar llega 1 o 2 horas más tarde (dependiendo de la época del año), porque es un mediodía berlinés. En Galicia, territorio situado más al oeste de todo el país, el mediodía en verano llega en torno a las 3 de la tarde y aún hay luz solar cerca de las 11 de la noche. Es cierto que comemos, cenamos y nos retiramos a descansar más tarde que el resto del mundo, pero lo hacemos más tarde sobre el horario oficial y no tanto si tenemos en cuenta el horario solar.
Por otra parte, ¿Nunca os habéis preguntado por qué cuando nos levantamos por la mañana todavía es de noche? O, incluso ¿por qué la mayoría de nosotros entramos a trabajar o a clase sin que haya amanecido aún? Lo normal sería que nos despertásemos con luz natural entrando por nuestra ventana, que es como lo hacen en el resto del mundo, y no siendo noche cerrada como sucede aquí. El cuerpo, en su intento de adaptarse a las condiciones naturales, sufre muchísimo con esta circunstancia. Una y otra vez le impedimos adaptarse al horario solar, y lo pagamos con un peor descanso que repercute negativamente en nuestro día a día. Pensad que cuando suena nuestro despertador, por ejemplo, a las 6:30 de la mañana, en realidad, solarmente hablando, nos estamos despertando en plena madrugada, que es cuando cuerpo y mente se encuentran en su momento de máximo descanso. Por mucho que nos empeñemos, está demostrado que la calidad del descanso no es la misma a cualquier hora del día.
La solución que se propone desde numerosos sectores es muy sencilla: recuperar el horario que realmente nos corresponde y que teníamos hasta 1940 y volver a compartir horario con Gran Bretaña, Irlanda, Portugal y Marruecos. Estamos sin duda ante una muestra más de las nefastas consecuencias de que decidan este tipo de cosas quienes no deben hacerlo. Se trata de una decisión política que ha llegado a modificar lo natural.